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segunda-feira, 17 de outubro de 2011

¿Español o castellano?

          Español también se llama Castellano por ser el nombre de una comunidad románica que habló esta modalid lingüística en tiempos medievales: Castilla. 

 
          La lengua recibió el primer nombre de "castellana" porque se originó en la región española de Castilla (Castiella: Los castillos). Su difusión por el mundo tuvo como inicio la política expansionista de los Reyes Católicos, Fernando e Isabel, quienes avalaron económicamente el proyecto de Cristóbal Colón. Además, como parte de esa política, en 1492, un estudioso de la Corte, Antonio de Nebrija, a pedido de la Reina Isabel publica la (primera) Gramática de la Lengua Castellana. Cuando esta lengua se oficializó como lengua nacional, tiempo después, pasó a denominarse lengua española.


La gran polémica en torno a la denominación del idioma:


  • El término español es relativamente reciente y no es admitido por muchos hablantes bilingües del Estado Español, pues entienden que español incluye los términos valenciano, gallego, catalán y vasco, idiomas a su vez de consideración oficial dentro del territorio de sus comunidades autónomas respectivas; son esos hablantes bilingües quienes proponen volver a la denominación más antigua que tuvo la lengua, castellano entendido como ‘lengua de Castilla’.
  • Renunciar al término español plantearía la dificultad de reconocer el carácter oficial de una lengua que tan abierta ha sido para acoger en su seno influencias y tolerancias que han contribuido a su condición. Por otro lado, tanto derecho tienen los españoles a nombrar castellano a su lengua como los argentinos, venezolanos, mexicanos, o panameños de calificarla como argentina, venezolana, mexicana o panameña, por citar algunos ejemplos. Lo cual podría signifcar el primer paso para la fragmentación de un idioma, que por número de hablantes ocupa el tercer lugar entre las lenguas del mundo. En España se hablan además el catalán y el gallego, idiomas de tronco románico, y el vasco.
 
 
           De todos modos, estos conflictos acerca de la denominación de una lengua evidencian que ésta no es sólo una herramienta de comunicación, sino un símbolo de identidad y pertenencia cultural.

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